¿Por qué materiales naturales y hechos a mano?
Muchas veces, los padres y personas que visitan una clase en la que se trabaja con el Método Montessori hacen algunas de las siguientes preguntas:
¿Por qué los materiales que usamos son de metal, madera y cristal en lugar de plástico?
¿Por qué los materiales que tenemos en las estanterías, o los mismos muebles, son hechos a mano o comprados en su mayoría de proveedores pequeños que hacen los materiales ellos mismos?
Nosotros consideramos que los materiales del ambiente que rodea al niñ@ deben ofrecer estímulos visuales, táctiles y tener control de error imbuido en sí mismo.
¿Qué significa todo esto?
Cuando hablamos del factor de estímulos, hay que primero entender lo que es la estimulación natural y lo que es la sobreestimulación. Mientras la primera se da durante toda la vida cuando se introduce un objeto o material nuevo, con unas características desconocidas, la segunda se da cuando se introducen materiales que son demasiado activos y no permiten a la mente trabajar al ritmo natural, sino que fuerzan la entrada de información en el cerebro.
Por poner un ejemplo:
Un vaso de cristal, cuando es tocado y mirado por el/la niñ@, transmite un color, reflejo de luz, sonido y textura y temperatura, pero no da todos estos estímulos a la vez y sólo transmite lo que el/la niñ@ explora a través de sus sentidos; si no lo toca, o si no lo mira, dejará de recibir algunos de ellos.
Un “juguete interactivo” con música y pilas, que se mueven, giran y tienen sonidos y luces, no necesitan que el/la niñ@ explore con sus sentidos, sino que fuerza la entrada de toda esta información a la vez, sin que sea necesario hacer nada.
Además de esto, hablamos del control de error como la capacidad del material de ofrecer una respuesta acerca de si las acciones hechas con este material son las adecuadas o no (si se tira o se cae algún objeto de cristal al suelo, o golpea la madera sin cuidado, estos materiales se dañan o rompen). Esto puede parecer una contradicción con lo que usualmente se piensa: los materiales que rodean al niño deben ser seguros, que se puedan y esterilizar y que no importa cuánto se machaquen, golpeen o lancen, no se puedan romper. Este punto de vista parece ser el más adecuado, pero en realidad, lo que está pasando es que hay una inseguridad y desconfianza en el adulto acerca de las capacidades de aprendizaje del niño. Por supuesto, el/la niñ@ ha de estar bajo la mirada (que no prejuicio) de un adulto, cuando trabaja con los materiales y los usa para desarrollar sus potencialidades, porque en caso de que se rompan, el adulto debe proveer, al principio, conocimiento sobre cómo proceder para limpiar y asegurar que no se crea un espacio en el que el/la niñ@ pueda correr peligro; pero si eliminamos por completo este momento de información que más adelante harán pensar al niñ@ en la manera de tratar los objetos que están a su alcance, la información que reciben será “no pasa nada, puedes maltratar y tratar de manera descuidada los materiales, metértelos en la boca y lanzarlos por los aires, puedes hacer lo que quieras con ellos”.
Esta respuesta, no es una realidad que se da más adelante cuando el/la niñ@ crece y poco a poco se integra en la sociedad. Como adultos ¿cuántas veces nos preocupamos de que nuestra ropa esté limpia y cuidada, la casa recogida y limpia, los objetos tecnológicos sin rayajos ni partes rotas?
Nuestro objetivo principal es que el/la niñ@ pueda, no sólo desarrollarse en su máximo potencial, sino que pueda ser una parte integrante y funcional en la sociedad, y dándole un set de normas al principio, que es cuando están aprendiendo cómo funciona el mundo; y cambiándolo más adelante, diciéndole que estas normas no son válidas y no solo eso, que son intolerables, estamos creando una situación en la que el/la niñ@ va a sentir frustración y desconfianza del adulto, y además, hemos desperdiciado el momento en el que el/la niñ@ tiene ganas de aprender estas normas de funcionamiento y ahora tenemos que desperdiciar, junto con el/la niñ@ mucho más tiempo tratando de corregir y rectificar sus acciones, cuando perfectamente se le podría haber dado la información correcta desde el principio.
Parafraseando una experiencia que nos comento una profesora del máster: los niños son muy inteligentes y saben cuándo se les trata de manera diferente a los adultos, una niña que recibió en un restaurante unos cubiertos de plástico, con su vaso y plato correspondientes de plástico también, ve los de los adultos y dice: “hoy comemos de mentira”.

Cuando nosotros trabajamos con los niños y les guiamos en el ambiente para que aprendan las normas y maneras de usar los materiales, les estamos diciendo. “eres capaz, confío en que puedes hacerlo, esto lo puedes usar de esta manera, hay que ser conscientes de nuestro cuerpo y movimientos para evitar accidentes, todo esto que ves es real y es lo que vas a ver a lo largo de tu vida”.

Por último, pero no menos importante, la respuesta a por qué son en su mayoría hechos a mano; porque cuando uno trabaja para crear objetos y manipular materiales, está creando una pieza que lleva el amor, cuidado y atención con que esta persona ha trabajado; transmite un mensaje de cariño y calor, de atención e intención: “hecho para ti, con cuidado y cariño, sólo para ti” son frases que a menudo la gente escribe en las tarjetas de estos materiales, véase ropa, pequeños juguetes y otras cosas así encontradas en las ferias artesanales.
Éste es el mensaje que nosotros queremos transmitir a los niños, que nos importan, que son queridos y que los tenemos presentes a la hora de preparar el ambiente.