¿Maestr@ o Guía Montessori?
¿Qué diferencia hay entre Maestr@ y Guía Montessori?
Muchos padres y educadores se sorprenden ante el cambio de denominación que existe en el ambiente Montessori, donde con mucho fervor se defiende que a los adultos que están en el aula, no se les llame maestros sino guías, pero ¿a qué se debe esto?

Este rol siempre ha sido acuñado en el pasado refiriéndose al tipo de maestro según la teoría conductivista, donde el niño es un mero elemento pasivo en la educación, encargado de recibir el conocimiento, como quien llena un jarro de agua, y el agua es rociada de la fuente, que es el profesor. El profesor utiliza libros y cuadernos, trabaja la memoria del niño, no el verdadero aprendizaje. Para “ayudar” a este proceso, se han diseñado diferentes medidas: pupitres ergonómicos para que el estudiante se quede sentado más rato, actividades basadas en la fantasía para que los niños queden absortos en el proceso y “presten más atención”, y uso de las tecnologías para “facilitar la tarea a los profesores”.
Si bien es cierto que no todos los profesores son así ni piensan todos de la misma manera, la tendencia general que se les educa cuando se forman es a dirigir una clase de unos 30 niñ@s de edades similares (nacidos dentro del mismo año) y asegurarse de que todos se desarrollan de acuerdo con unos estándares dados por la Ley de Educación, al mismo tiempo.
Este tipo de educación obvia una parte natural del niñ@ que es tan importante como respirar: moverse. El/La niñ@ de 0-6 necesita poder explorar el mundo, conocer lo que le rodea y conforma su entorno más cercano, desarrollar y refinar sus sentidos, incorporar todo lo que aprende en su mente, crear y manipular la realidad en la que vive para hacerla suya.
Es por ello, que los adultos que trabajan y viven la Metodología Montessori, buscan diferenciarse con la idea preconcebida que la gente tiene cuando escucha la palabra “maestr@ o profesor”.
La Guía Montessori ha realizado un proceso de educación no sólo de conocimientos sobre el niñ@, sino también personal, observa y analiza sus propias conductas y sus pensamientos y trabaja para eliminar cualquier prejuicio a la hora de observar. No está sentad@ en su mesa al mando de la clase, sino sentada con l@s niñ@s ya sea en un banco pequeño o en el suelo, y no pretende que l@s niñ@s memoricen, sino que exploren por sí mismos, que descubran y conozcan según sus intereses. Cuando ve al niñ@, no asume que “por ser de esta edad y tener estas características en su ambiente, es así y esto es lo que podemos esperar de el/lla”; en cambio, con una mirada limpia y abierta, observa todos y cada uno de los movimientos, y demostraciones que el/la niñ@ hace, y conforme a ello, actúa proporcionando al niñ@ los materiales y oportunidades de desarrollo que más se complementan con el propio niño.
Por poner un ejemplo:
Un/a niñ@ de 2’5 años comienza a subirse a las sillas y las estanterías de la clase.
- El/La maestr@ según la teoría conductivista tradicional le manda bajar y le pedirá que se siente en la silla, si no obedece, le sacará del grupo y le aislará, o le sentará en la “silla de pensar” para que “se tranquilice y entre en razón”
- El/La guía observará la conducta, se acercará al niño y le dirá: “Parece que quieres escalar, ven, te voy a mostrar dónde sí puedes hacerlo” y le llevará a unas escaleras, espalderas o pared de escalada dentro del ambiente del centro y que cumpla con los requisitos de seguridad.
¿Cuál de las dos opciones preferirías si ese niñ@ fueras tú?
Es importante hablar al niñ@ desde una perspectiva positiva, en lugar de decirle “no, aquí no, esto no, tú no puedes”, debemos convertir ese mensaje en “sí, aquí sí, esto sí, tu sí puedes”, buscando para ello, las oportunidades y lugares donde el niño puede expresar esa necesidad de desarrollar su propia persona, que es irresistible para él/ella.
Cada niñ@ se desarrolla de manera diferente, incluso siendo “de la misma edad”, es por ello que el/la Guía Montessori observa primero al niñ@, mira cómo actúa, qué hace, cuáles son sus preferencias, cuáles son los puntos que el niñ@ no está trabajando y que pueden quedar más débiles, y una vez obtenida esta información, actúa de la manera descrita anteriormente. Una vez hecho esto, observa de nuevo al niñ@, para ver si la ayuda proporcionada ha sido adecuada y pasar al siguiente proceso o, si no lo ha sido, corregirla.
Debe hacer esto con tod@s l@s niñ@s.
Otro aspecto que diferencia a las aulas es la combinación de las diferentes edades dentro de un periodo trianual, es decir, niñ@s de 1-3 años, de 3-6 años, de 6-9 años, de 9-12 años… Ya que no sólo ayuda a l@s niñ@s a poder seguir su momento de desarrollo con compañer@s en similar momento, sino que también puede aprender de l@s compañer@s mayores y ayudar a l@s pequeñ@s, proporcionando un punto de vista único que sólo existe entre niñ@s y que el adulto no podrá alcanzar por su propia condición de adulto.
Para acabar, nos gustaría añadir un decálogo que tod@ Guía Montessori necesita aprender a vivir y respirar en su vida:
- Jamás toques al niñ@, a menos que seas invitado por él/ella (de alguna u otra forma). Esto no se refiere a que tratemos al niño fríamente, sino que no invadamos su espacio personal sin ser invitados verbal o no verbalmente. En el caso de los niños de 0-3 años, las pautas no verbales como son: llorar, extender los brazos, mirar y sonreir al adulto… son lo más indicativo de que el/la niñ@ nos invita a acercarnos.
- Nunca hables mal de nadie, esté o no presente.
- Concéntrate en reforzar y apoyar el desarrollo de aquello que es bueno en el/la niñ@, para que ocupe cada vez más lugar y no permita espacio para lo malo.
- Estemos siempre activos a preparar el ambiente. Cuidémoslo constante y meticulosamente. Ayudemos al niño a establecer una relación constructiva con él. Asigna el lugar y el espacio apropiados, donde los medios para el desarrollo se cuidan y se respetan.
- Siempre debes estar disponible y atenta al llamado del niño que te necesita. Siempre escucha y responde al niño que apela a tí.
- Respeta al niñ@ que comete un error y que puede corregirse entonces o posteriormente; pero contén firme e inmediatamente cualquier mal uso del ambiente y toda a acción que pone en peligro al niñ@, a su desarrollo o a otros.
- Respeta al niñ@ que descansa observando el trabajo de otros, o que pondera acerca de lo que ha hecho o considera hacer. Ni lo convoques ni lo obligues a otra forma de actividad.
- Ayuda a quienes están buscando una actividad y no pueden encontrarla.
- Sé incansable repitiendo presentaciones al niñ@ que las ha rehusado anteriormente, ayudándolo a adquirir aquello que todavía no ha hecho suyo y debe superar en sus imperfecciones. Esto debe hacerse animando el ambiente con cariño, comedimiento y silencio; con palabras suaves y presencia amorosa. Haz que tu presencia disponible sea sentida por el niño que busca y escóndete de aquel que ha encontrado.
- Siempre trata al niñ@ con los mejores modales y ofrece lo mejor que dispongas de ti.